Genaro el poeta y su musa

Por Susana y Elvira

Publicado en 2013

Hoy se celebra el día internacional de la poesía, y esta es la excusa perfecta para contarles la historia de nuestro amigo Genaro, el poeta fuma pipa. El pobre tuvo que cumplir 28 y tener un corazón roto para entender que su método de conquista (enviarles poemas a sus tragas) estaba mal enfocado.

Genaro era el hijo único de un profesor de literatura de colegio y de una poetisa hippie que tenía un puesto de velas en Usaquén. Hasta los 15 años, su canción favorita fue ‘Los Americanos’ de Piero, la cantaba con los ojos cerrados, gritando entre estrofas arengas en contra de los capitalistas imperialistas gringos. Su primera borrachera fue con canelazo.

A Genaro le llegó la pubertad creyendo que los sacos de lana de Otavalo eran cool, e ignoraba que cuando le caían unas cuantas gotas de agua, el olor a chivo no era un afrodisiaco sino en espantadisiaco. Lamentaba no haber nacido antes para vivir el fulgor de Mercedes Sosa.

A Genaro lo conocimos en su época de cuentero de Usaquén, cuando Virginia se le acercó después de una presentación a felicitarlo, pues según ella, “le movió las fibras”. Del saco, será. El cuento, en realidad era una fábula sobre una oveja que se casó con un león, pero Virginia no entendió la moraleja.

Él se enamoró de Virginia y empezó a enviarle poemas que llenaron nuestro años de universitarias de arte, piedras y chistes de mal gusto. Era un buen tipo, pero estaba más equivocado que Rebecca de Alba con Ricky Martin.

Virginia empezó a desencantarse, no por sus poemas, sino por la barba de tres pelos que le llegaba a su magro y platanero pectoral. El decía que ésta era el equivalente a la trenza que María le envió a Efraín. Virginia nunca entendió.

Un día, Virginia se emputó con su rasguñapiedra porque recibió un poema que por fin creyó interpretar. El poema rezaba:

Tu, mi Venus de Milo
Tu, mi pedazo de cielo
Tu. Tu. Tu.

Yo, tu cielo de abril
Yo, tu hombre febril.
Yo. Tu. Yo.

Nosotros.

Virginia en principio se emocionó como cada vez que recibía uno de esos poemas. Por primer vez le dio por tratar de entender el mensaje y buscó “Venus de Milo”. Cuando vio a la morraquita blanca y rechoncheta, estalló de la ira. Según ella, Genaro le estaba diciendo “rana platanera con sobrepeso”, a pesar de estar recién desempacada de tres semanas en San Andrés. Lo botó sin piedad y juró que nunca más se metería con alguien al que no le entendía lo que decía.

Genaro se volvió popó, nunca entendió el por qué del desamor de Virginia, pero aprendió una gran lección para su vida. Que su target no eran las Virginias, sino las Catalinas A.K.A “Gea Fértil”, porque a él nunca nadie le dijo que las primeras pertenecen a otro gremio: las que encuentran más arte en un reggaeton que en una descarga de improvisación de una banda tributo de Serú Giran.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Posts de antaño

  • Cómo hemos cambiado

    Cuando era adolescente y me sentía en episodios non-stop de Clase de Beverly Hills (sin el sexo, los papás en la cárcel, los porsche y las cirugías plásticas) creía que la amistad era eterna y que ese paroxismo fraternal duraría por siempre.

  • Genaro el poeta y su musa

    Hoy se celebra el día internacional de la poesía, y esta es la excusa perfecta para contarles la historia de nuestro amigo Genaro, el poeta fuma pipa. El pobre tuvo que cumplir 28 y tener un corazón roto para entender que su método de conquista (enviarles poemas a sus tragas) estaba mal enfocado.

  • La Bella y la Bestia esa

    Si realmente quisieran que nos comiéramos el cuento de la belleza interior, y que “el cuerpo es un vehículo”, entonces ¿por qué Bella tenía que ser la más churra del pueblo?